En una parcela estrecha y alargada se levanta el Centro Delta, un edificio de oficinas que incorpora programas comerciales en su planta baja y azotea, entendiendo el multiprograma desde la temporalidad de los diferentes usos. En su horario diurno plantea oficinas comerciales y en el nocturno, un restaurant de lujo en la parte alta que actúa como terraza urbana brindando al usuario visuales inesperadas.
El edificio se configura al comprimir los servicios y las circulaciones en el núcleo central. Así las oficinas actúan como piezas que se adosan al núcleo, permitiendo la liberación de la planta y concediendo la totalidad de las visuales a los espacios interiores.
La eficiencia bioclimática del edificio se hace tangible a través de una segunda piel que refleja la luz y el calor, y a su vez, crea una cámara de aire que disminuye el asoleamiento e incrementa la eficiencia térmica del proyecto. Esta doble piel a su vez es programática: da espesor a la fachada con la presencia de balcones como umbral entre el edificio y la ciudad.
El área verde se proyecta hacia los niveles superiores generando nuevas terrazas aumentando el porcentaje mínimo exigido por norma.
Finalmente, el proyecto resuelve el estacionamiento en la parte posterior de la parcela para entregar a la ciudad y al peatón metros cuadrados de área verde en su acceso principal, en oposición a los largos y continuados estacionamientos que ocupan los frentes de las avenidas comerciales.
Su ubicación privilegiada dentro un enclave urbano le permite un dominio total sobre el paisaje, abriéndose hacia la Plaza Rotary y consolidando una fachada habitable que funciona como descanso y pausa sobre la velocidad y el dinamismo de la avenida Bella Vista, otorgando permeabilidad y proximidad hacia los elementos del entorno.
