
Costa Luna se encuentra inmerso en la formación rocosa de la avenida El Milagro como un monolito puro dentro de su entorno. Condicionado por las regulaciones urbanas y a la vez por el entorno inmediato, resulta en una pieza singular de formas sobrias y de figura esbelta.
La edificación se configura obedeciendo a las predominantes contextuales: es así como la fachada norte se cierra repitiendo bandas horizontales que vinculan los vanos de servicios, con una misma lectura; hacia el este en los primeros cuatro niveles los vanos son más reducidos y proyectados hacia el horizonte aislándose de la contaminación acústica y visual de la calle. Los siguientes niveles la fachada se abre casi por completo para tener un dominio visual del lago, y en la parte superior se emplaza el nivel mirador, espacio de encuentro para los residentes con una terraza común, cuyo balcón permite no sólo observar sino experimentar la cercanía con el lago.