
La vivienda es concebida como un marco panorámico hacia el caribe, proyectando el ambiente circundante: horizonte, mar, cielo, vegetación y colinas, hacia el interior de la vivienda.
Un juego de dos piezas básicas solapadas entre sí, contrastando una con la otra y con su contexto.
Formas acentuadas se ubican sobre un paisaje accidentado, donde tanto figura (arquitectura) como el fondo (naturaleza) se unen para crear un espacio simple en forma pero complejo en experiencia.
Sus componentes constructivos se conciben como elementos dinámicos que permiten la mutabilidad del espacio interior, entendiendo la vivienda como un marco de experiencias múltiples.
Su emplazamiento se realiza sobre el axis longitudinal del terreno para capturar vistas desde cada uno de los espacios interiores. La casa se inserta con la intención de reducir al máximo el porcentaje de ocupación sobre el terreno, motivo por el cual, la pieza inferior reduce su área interna para crear espacios abiertos, mientras que el nivel superior -el cual no se posa directamente sobre el terreno- contiene la mayor parte del programa.
En el nivel de acceso un prisma blanco de forma simple se extiende sobre el lado más largo del terreno, como un elemento pasivo que parece flotar sobre el jardín, enmarcando las vistas hacia el mar. El acceso principal, ubicado en el nivel superior se encuentra conectado visualmente con las áreas exteriores y la piscina infinita, también integrada a un vacío a doble altura el cual permite visualizar la parte inferior de la sala. La sala puede extenderse sobre la terraza superior deslizando los paneles de vidrio hacia el exterior. La pieza inferior, hecha de acero inoxidable y madera, descansa sobre el terreno y se descubre para interactuar con la topografía, creando una terraza e integrando jardines hacia el interior.
La parcela se extiende alineada con el axis este-oeste, ofreciendo una orientación favorable tanto para ventilación natural como vistas panorámicas del Caribe. Además, la colina cuesta abajo sobre la cual la casa pareciera estar incrustada, asegura la privacidad hacia las áreas interiores y las vistas ininterrumpidas hacia el horizonte.
Las fachadas suroeste se encuentran liberadas permitiendo al usuario, a partir de sus sentidos, sentir la naturaleza que lo rodea, ubicándolo en primera fila ante el atardecer del trópico durante todo el año.
Todas las habitaciones poseen paneles deslizantes para crear atmósferas abiertas o cerradas, de acuerdo a los requerimientos del usuario. Esta flexibilidad de elementos constructivos permite a la vivienda mutar en términos espaciales y funcionales.
En un clima tropical, la arquitectura debe plantear un lenguaje que dialogue con la radiación solar desde sus dos resultantes: iluminación y temperatura. Así, muros retraídos, paneles corredizos y la protección de áreas externas permiten controlar la temperatura interna. Gracias a la orientación del volumen y los materiales empleados, amanecer y atardecer pueden ser percibidos desde diferentes lugares del espacio interior.
Por último, el diseño de la vivienda presenta un sistema de control de energía que incrementa la sostenibilidad de la edificación reduciendo al máximo la utilización de energía, monitoreando los patrones de consumo y autorregulando los sistemas para garantizar el máximo confort con el menor uso de energía. Los vientos del noreste atraviesan la vivienda a través de un sistema controlado de ventadas y puertas deslizantes que otorgan ventilación e iluminación natural. Además, cuenta con un sistema que permite reutilizar las aguas de lluvia para riego. La implantación de especies nativas y tolerantes a la sequía reducen el consumo de agua y evitan la utilización de pesticidas y fertilizantes.